Vásquez Brito, una semblanza


Ramón Vásquez Brito (1928-2012)
Si no fuera por los soñadores
el mundo
sería una basura (...)
Gustavo Pereira

A Manuel Vásquez Brito, mi padre, que me pidió esta semblanza

La bruma blanca, una línea difusa de horizonte, azules claros arremolinándose bajo trazos casi borrosos por la espesura de la claridad, una claridad de sol caribeño; la soledad, densa, interminable; el relieve sutil de embarcaciones estancadas a veces acompañan temerosas; una tormenta de calma y no se sabe si es el mar que muere acariciando la arena de las playas o es la tierra que se avalancha contra ese mar.


Quizás así podría describir algunos de los cuadros de Vásquez Brito. De Ramón. A falta de poesía que me permita un acercamiento más sublime, acaso más cercano. Leo a Gustavo Pereira buscándola. Leo la poesía del propio artista, que también fue poeta, pintor de negros sobre blancos. Imposible. La poesía hecha pintura de ese horizonte brumoso es imposible.

Vásquez Brito nació un 28 de agosto de 1927 o 1928. Supongo que esta arbitraria incoherencia entre un par de biógrafos hace que esta semblanza tenga un leve sabor a mito; si creyera en las artes de la numerología, podría resaltar ese 28 del mes 8 del año 28 como una especie de presagio o destino. Pero no es así. Prefiero resaltar la coincidencia del nacimiento del pintor margariteño con la de Vásquez Suárez. De Fernando, mi hijo.
Y es que es mejor hablar de la vida cuando intento este intento de semblanza de Vásquez Brito.

Recuerdo las anécdotas de mi padre al hablar de un pintor en la isla de Margarita que quizás había sido el primero en haber realizado una película de dibujos animados en el país. Siendo Vásquez Brito aún casi un niño ya era bien conocido entre sus amigos y familiares de sus variados talentos, que no sólo incluía la pintura y el dibujo, sino también el canto y la literatura. Bajo el amparo del operador del viejo cine de Porlamar, Ramón pudo experimentar con aquellos aparatos de proyección y con las películas que ya viejas, recibía de regalo. En ellos dibujó, acaso con un clavo o aguja y pudo proyectar a sus allegados verdaderos dibujos animados, dejando a todos boquiabiertos. Luego, mi padre buscaba una de las tantas enciclopedias de la biblioteca familiar y recitaba una y otra vez la breve biografía de Ramón Vásquez Brito con esa rigurosidad enciclopédica.

La enciclopedia nos hablaba de un Vásquez Brito que salió de Porlamar, de Margarita a estudiar en la Escuela de Artes Plásticas y Artes Aplicadas de Caracas. Conoce a otros que también hicieron historia en el arte del país: Jesús Soto, Alejandro Otero, Cruz-Diez, entre otros. De cómo continuó en su Escuela como Profesor y luego recibía una beca del gobierno argentino para seguir sus estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova. De sus premios, de sus exposiciones, de su coqueteo con la abstracción geométrica, de la figuración, hasta consolidar una obra tan propia que quizás sea única e incomparable.

La bruma blanca lo envuelve todo, todo es luz con esa claridad que sólo el Caribe puede dar sobre ese espejo infinito de la mar que resuena con un rumor lejano y constante, tocando el cielo en ese horizonte poético y, por eso, imposible; algún azul, algún atisbo de playa, de arena y lancha encallada. También Guri y su represa.
Iniciaba este texto con que hacía falta la poesía para hablar del arte de Vásquez Brito. Y aún hace falta.
Ramón Vásquez Brito falleció hace tan sólo algunos días, el 10 de agosto. Recibí la llamada de mi padre que con algo de desdén me informó. Me pidió que escribiera alguna semblanza. Pero me ha sido imposible. Acaso este intento de semblanza que intenta un acercamiento. Sólo resta seguir disfrutando de su obra, de su poesía hecha lienzo y celebrar la vida que continúa como la bola de nieve que va rodando y creciendo cada vez más.

El artista y su lienzo

Comentarios