Rayuela, Cap. 7, Julio Cortázar





"Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja."


Así como muchas páginas y retazos de este libro imposible, este fragmento, por sí solo, se degusta como una obra literaria única y excepcional. Su poética narrativa va mucho más allá de versos y prosas, su sonoridad adquiere relevancia (basta leerlo en voz alta y escuchar su música). Sin duda, y para no seguir haciendo comentarios innecesarios, es uno de esos textos únicos que se siembran por siempre en la memoria y en la nostalgia.

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